Pues como muchos sabréis, existe una nota técnica para cambiar los elevalunas delanteros a una serie de coches.
Cuando el mío me hizo un crujido, acudí al concesionario donde amablemente se comprometieron a cambiarme los dos elevalunas en el mismo día.
Cuando fui a recoger el coche todo parecía correcto, pero al realizar un viaje a los pocos días, me dí cuenta de que la puerta izquierda delantera vibraba y hacía un ruido muy molesto. Incluso en autovía. Si apoyaba el brazo, bajaba o desaparecía el ruido: me habían montado mal los guarnecidos.
A la vuelta de las vacaciones, acudo al concesionario y me cogen el coche. Por lo visto, habían pillado la tapicería por lo que no ajustaba bien una pieza que quedaba por ese motivo algo más elevada en un lado que otro y eso hacía que vibrase y golpease la pieza en la que apoyaba.
Bien, me voy con la esperanza de no tener más problemas, pero mi gozo en un pozo, cuando a los dos días me meto en el coche y al cerrar la puerta, se desprende la pieza de plástico que recorre el asa de la puerta en la que está colocado el mando de los espejos.
Acudo de nuevo y tras hablar con un mecánico "experto", el jefe del taller me dice que lo reparan sobre la marcha. Intenta ajustar la pieza sin éxito. Va al almacén y trae otra. Tampoco ajusta.
Al final, sale fuera (supongo que al parque donde tienen aparcados los coches nuevos) y vuelve con una que finalmente sí ajusta.
Esto es un ejemplo, de cómo un simple problema comprensible, reparado de manera chapucera se convierte en un cabreo y una merma de la satisfacción del usuario y de la confianza hacia la marca.