Es que actualmente, hay una total ausencia de responsabilidad de los actos que se cometen. La gente hace cosas sin reparar en las consecuencias, simplemente en ese momento hace lo que le pide el cuerpo y no se detiene a pensar en lo que pueda acarrear después. Y este sentimiento, está reforzado por la impunidad real que acompaña a estos actos. Y encima, en muchos casos cuando se le dice a los padres del chaval lo que hay, los padres se ponen del lado del miniterrorista echando la culpa a los profesores, la policía y el lucero del alba si se tercia. Nadie asume nada de lo que hace.
Quemo un contenedor, me hecho unas risas y no pasa nada. Arranco el retrovisor a un coche y no pasa nada. Le meto una paliza a otro y no pasa nada. Llevo el perro suelto y le dejo cagar en los columpios de un parque y no pasa nada. Hay que hacerles entender por las buenas o por las malas, que sí pasan cosas cuando uno se comporta de manera incívica. Porque es que los que nos portamos de manera responable, acabaremos acorralados por estas ordas de impresentables. Hace un tiempo, me contó un antiguo compañero de trabajo que un vecino suyo, un señor de unos 60 años, llegó con su mujer de cenar un sábado a la 1 o las 2 de la mañana. Al entrar en el portal (viven en una zona de marcha de Gijón) se encontraron con un chaval meando en la escalera. Le recriminaron lo que hacía y el chaval les metió una paliza. Como no pasa nada, al final ves cosas y no te atreves a responder a estos actos porque las consecuencias pueden ser fatales para tí, y todos en mayor o menor medida vemos y pasamos de largo.
Hay que intentar que estas sean las últimas generaciones que son así, porque no sé dónde puede acabar todo esto.